martes, 24 de diciembre de 2013

Colaboración Anónima #2




Qué hace ese hombre de ahí? Se preguntó Jorge cuando miraba, desde la comodidad de su pieza a un hombre que en la calle parecía estar bailando, dando saltos alternando los pies y moviendo sus brazos como si estos fuesen serpientes que reciben un golpe de aire y se doblan en diferentes direcciones como si la serpiente estuviese repeliendo algo y no pudiese escapar del lugar donde está, en este caso, pegada a los hombros de aquel extraño hombre que mientras bailaba Jorge miraba extrañado del comportamiento aparentemente falto de razón y sentido. Era un absurdo se respondió Jorge -esos absurdistas están muy de moda, hacen lo que les da la gana en el lugar que quieren-.Jorge recordó entonces, mientras miraba el extraño baile de esta persona, que en una ocasión cuando él era un pequeño niño de no más de 8 años, estaba haciendo lo mismo en su pieza mientras nadie lo observaba y para aumentar su vergüenza recordó que este baile lo efectuaba de forma semidesnuda.

Era un acto sin un fin, un absurdo total, algo que no tiene coherencia desde su inicio a su fin, si es que el fin del acto existe y no continúa simplemente siendo otro comportamiento. Esto dejó a Jorge paralizado, serán estos actos que hace el personaje de enfrente de su casa, estos actos que producen una vergüenza ajena, los mismos que hacia el mientras nadie lo miraba, mientras nadie sabía cuándo hacía estas locuras faltas de coherencia. -estará loca esa persona que baila descontroladamente en frente de mi casa, y si lo está, puedo estarlo yo también?- Porque al tener conciencia de que él hacía estos mismo actos irracionales se ubicaba dentro de la tan temida categoría de loco, entonces a partir de este razonamiento pueden existir solo dos respuestas posibles para esta paradoja interna de Jorge, el hombre de afuera está loco y Jorge por hacer lo mismo y comprender el acto también, o bien ninguno de los dos lo está y solo es una construcción social de vergüenza lo que está experimentando Jorge, pero por qué tener vergüenza? Si el hombre de afuera no la tiene, por qué debería tener vergüenza de esos actos si son solo nuestros placeres individuales los que se están manifestando y el cómo reacciona la gente es solo un acontecimiento externo a los intereses y preocupaciones mías- se dijo Jorge- ya estoy harto de lo que la gente pueda pensar y de lo que yo puedo concluir al analizar mis comportamientos anteriores, si lo hice y disfruté haciéndolo y no estoy loco, entonces por qué no salgo allá afuera a bailar descontroladamente como ese hombre que se mueve como un desquiciado, cual es la diferencia?, él está haciendo algo que muy probablemente todo el mundo haga pero sienten vergüenza de las opiniones ajenas, que ridiculez, yo soy más importante para mí mismo, esas gentes desconocidas no son seres relevantes para mi existencia.

Así fue como Jorge salió de la comodidad de su pieza y bajó las escaleras en pijamas y mientras bajaba las escaleras sacó las prendas que llevaba puestas y salió a la calle en ropa interior y corrió hacia el lado del bailarín desenfrenado para compartir su frenesí de diversión, y Jorge comenzó a danzar mientras se acercaba a este hombre, moviendo sus brazos de formas ridículas, levantando sus piernas y saltando y moviendo las caderas como si todo su cuerpo fuese una lombriz que está dentro de un charco de agua con total libertad de movimientos, pero a cada metro que Jorge se acercaba a este desconocido notaba que la cara del hombre no era de placer ni de alegría ni de nada relacionado con sensaciones placenteras. Lo que el hombre de verdad estaba expresando era preocupación, angustia, pena y sobre todo vergüenza. Entonces Jorge termino con su baile y se quedó inmóvil al notar que desde el frente de la calle, al lado de su casa, estaba un auto estacionado y dentro del auto dos negros con pistolas obligando al hombre a bailar en la calle, y mientras Jorge escuchaba las amenazas que esos negros le propinaban al hombre, Jorge se dio cuenta de que nadie estaba loco en esa escena a excepción de un solo personaje, que era el más loco de todos los locos, y que era él mismo, ahí se dio cuenta Jorge que no tenía más que sus calzoncillos puestos y nada más, parado inmóvil concluyo Jorge que debía volver a tomar las pastillas que le había recetado su psiquiatra.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario