martes, 24 de diciembre de 2013

Colaboración Anónima #1

La calle era una cicatriz más en la piel del mundo. Las luces se prostituyen, permitiéndome evadir con comodidad el paso del tiempo. De alguna manera me congelo cada noche: no hay sol que se mueva, entonces, no hay sombra que vaya indicándome qué hora es. Me agrada perderme en los recovecos del reloj. Me agrada la indeterminación de tu sonrisa y el paso avaivenado de los ebrios enfrentando la brisa. El camino llano que es la noche, sin baches en los que me pueda ahogar. Una misma hora con todos los tildes. Un mismo té remojado diez veces. Dormir es una cueva inútil. La lluvia se cola por las grietas, así como tu siseo en mi consciencia. Mis ojos ya no saben esconderse. Trémula, la ciudad me viene a dar un vistazo. La mano se toca. El cielo se quiebra. La sangre brota. Amanece, otra vez.

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